Sargadelos
Hay objetos que forman parte de nuestras vidas sin que nos llamen demasiado la atención hasta que de repente, un día, ¡zas!, te dan en todo el cogote. Sargadelos puede ser uno de estos casos. Quizás tu abuela tenía una figurita extraña con forma de pájaro encima de su mesa camilla… O tus padres atesoran una colección de jarrones en el salón… El caso es que esta porcelana gallega tan preciosa siempre ha estado ahí, en muchas casas de todo el mundo desde hace, ni más ni menos, dos siglos.
«Tierras gallegas elaboradas con ideas de nuestro tiempo» es el lema que inspira toda la producción. Caolín y cultura gallega han demostrado ser una combinación ganadora de la que surgen piezas bellísimas para vajillas, jarrones, figuras, joyería… Y todas ellas fabricadas, decoradas y rematadas a mano a partir de moldes exclusivos.
El culpable: Antonio Raimundo Ibáñez; el momento: 1806; el lugar: una fábrica de loza en la parroquia del ayuntamiento de Cervo (Lugo); la idea: convertir las arcillas gallegas en innovadoras lozas decoradas.
De los mismos altos hornos de los que salieron municiones, tuberías, cadenas, útiles de cocina y demás herramientas empleadas en la España del siglo XVIII, surgieron hermosas esculturas, fuentes públicas y balaústres decorativos que aún hoy se pueden reconocer en algunas ciudades gallegas.
Sargadelos cuenta con 15 galerías repartidas por toda la península, tiendas-museo a las que ir ya sea para regalar otro pájaro a la abuela, otro jarrón a tus padres, darte una vuelta y alucinar, o para regalarte la primera pieza de la que va a ser tu nueva vajilla (sí, ¡vajillas por piezas!). Que lo sepas, el café no te va a saber igual…