Es posible dormir en el salón. Es posible pasar el rato en el dormitorio, trabajar, e incluso comer. Estos espacios están diseñados con un fin, pero son flexibles en su aprovechamiento. La cocina y el baño son caso aparte (no entraremos en hipotéticos intercambios de usos), y esta vivienda está reformada para darles la importancia que merecen.

El baño, por su condición de estancia imprescindible en el día a día, ocupa un espacio central accesible desde cualquier rincón de la vivienda. Y la cocina, fuente de sustento pero también de placer, se ubica en una tarima a pocos centímetros del nivel del salón, los suficientes como para denotar su autoridad a la manera de las antiguas escuelas con tarima para el maestro.

Así es esta vivienda: un espacio entendido como una extensión biológica del cuerpo humano, un hogar hecho a imagen y semejanza de sus habitantes.