A veces, cuando paseo por un espacio tranquilamente, me gusta pensar qué tipo de música sería la ideal para acompañar las cualidades de lo que estoy viendo en el momento. Quizás lo que ganaría de largo sería el rock, en muchas de sus variantes, llegando incluso al heavy metal. Pero también ha habido ocasiones para el blues, el reggaeton, la rumba, la música electrónica, etc.

Pocas veces he pensado que la música clásica sería el complemento ideal para una vivienda. Pues este es un ejemplo. ¿Quizás es su elegancia? ¿La simplicidad en la calidad? Los espacios claros, diáfanos, que aportan tranquilidad... Está claro que la fachada lleva a una época pasada, con los maestros modernistas por delante, donde los detalles que se trabajaban manualmente aportaban mucha riqueza... Seguramente debe ser un poco por todo, y también porque es de mis obras preferidas, en mi cabeza no para de sonar la Suite n. 1 para violonchelo de Bach, que recorre la fantástica cocina Santos y los mosaicos hidráulicos, recorre las molduras de los muebles hechos a medida, se desliza por el parqué y sale disparada por la terraza, imponiéndose hasta el rincón más thrash metal de la ciudad.