Llamadme rara, porque no sé si le pasa a mucha gente… Pero dado que soy arquitecta y vivo en Mallorca, hay dos cosas a las que no les puedo quitar el ojo. Dos tipos de construcciones que aunque responden a tiempos y a dimensiones distintos, y son de materiales y sistemas constructivos opuestos, comparten un denominador común: el trabajo.

Unas son las casitas aisladas de marés donde se guardan los aparejos del campo; esos espacios mínimos que ves constantemente (hay cientos de ellos) cada vez que emprendes un trayecto por carretera. Las otras, son los polígonos industriales con sus naves prominentes, construidas en seco, con sus envolventes de chapa grecada y su bar.

Bares… Qué lugares. Todos los polígonos tienen el suyo. Y por lo que cuentan, se suele comer bastante bien.