Casalino Chair (1971)
Fundada en 1917, Casala debe su nombre a su fundador, Carl Sasse, y a la localidad de la baja Sajonia que la vio nacer, Lauenau.
Sasse empezó fabricando suelas de madera, pero eso fue temporal, pues en breve llegaron los muebles de madera, metal y tapizados, hasta que en los 50 ganó fama por su línea de mobiliario escolar.
Casala diseña y produce muebles funcionales, bonitos y de larga duración desde hace casi un siglo. Fabricados en Holanda y en Alemania, son de esos muebles que envejecen junto a ti, y lo hacen dignamente. ¿El secreto? Procesos de producción breves, mucha innovación técnica y usabilidad diversa.
La funcionalidad unida a un buen diseño es el imperativo a tener en cuenta desde los primeros bocetos de cada una de las piezas, y si son apilables (¡ocupan menos de un tercio de m3!), ensamblables, fáciles de transportar y reubicar, no es mera coincidencia. Todo ello ha sido minuciosamente estudiado.
La silla Casalino fue muy popular en los años 70, y fue galardonada en la Feria de Hannover de 1971 por sus cualidades especiales: es elegante y robusta al tiempo que muy cómoda.
Apilable y fácil de limpiar.
Para uso interior y exterior. Colorida y antiestática.
Un diseño práctico que respondía a la perfección a un estilo de vida casual en la era del plástico y el Flower Power.
En los 80 cayó en el olvido, y Casala se propuso, con la llegada del nuevo siglo, devolverla al lugar donde se merece. Buscó y rebuscó los moldes originales hasta encontrarlos en un viejo depósito en Antalya. Lo que quiere decir que la Casalino que ves hoy en día no es un remake sino un original.
Para los más pequeños de la casa está la Casalino Jr., hermana pequeña de la Casalino.
Sigue siendo preciosa, sólo que a una escala menor. Fabricada a prueba de golpes y de rayadas, lo aguantará todo, hasta la rabieta más feroz.