Entrevista a Jacobo Armero y sus memorias como agente inmobiliario
La crisis económica le obligó a tener que reinventarse en 2007: de arquitecto pasó a ser agente inmobiliario. Y después de seis años en este oficio, Jacobo Armero ha plasmado en unas memorias noveladas (Historias de un agente inmobiliario, publicadas por Lumen) cómo hizo ese cambio vital y cómo es su vida en el día a día.
Es un apasionado de Madrid, ciudad sobre la que lleva años escribiendo una sección titulada "Arquitectura y ciudad" primero en el suplemento Metrópoli de El Mundo y en El País después.
Se define a sí mismo como "un mediador social" y cuenta, entre otras interioridades, la importancia de ejercer como psicólogo y de entender que una inmobiliaria no trabaja con viviendas, sino con personas. Quizás eso explique que haya sido galardonado con los premios RE/MAX Club 100% 2014, 2015, 2016 y 2018, y RE/MAX Platino 2017 por su labor inmobiliaria.
A continuación, reproduzco la entrevista que le he hecho recientemente:
José Luis Echeverría (JL)_ Familia, clientes, Madrid, trabajo, comida, arquitectura… Tu novela, tomando un símil inmobiliario, planea sobre muchas parcelas, pero no se posa con determinación en ninguna. ¿Has escrito el libro que imaginabas?
Jacobo Armero (JA)_ Nunca imaginé ningún libro. Te pones a escribir sin saber a dónde quieres llegar. Se trata de un viaje, una exploración, no de elaborar un discurso premeditado.
Lo que siempre me ha interesado al escribir es mezclarlo todo, tocar muchos temas distintos, porque la vida es así, y lo que me interesa reflejar por encima de todo es vida. Vida de una familia, de una ciudad, de unos clientes, de los bares... y la vida nunca es monotemática. A lo largo de cada uno de nuestros días nos pasa de todo por la cabeza. Esa idea sí que la tenía. Mezclar, hilar, tejer, ir esculpiendo un paisaje variopinto en cado uno de los capítulos del libro, pero sin un guion establecido.
(JL)_ Defines al agente inmobiliario como “un mediador que sirve para canalizar un cambio” (¡Ojalá la definición fuera mía!). Esta definición tan “técnica” contrasta con la intimidad que revelan algunas historias de clientes. ¿Es porque este es un “negocio de personas o porque, en realidad, eres un “escritor disfrazado de agente inmobiliario”?
(JA)_ Me preguntó un periodista hace poco algo que me ha hecho pensar sobre esto. Me decía que le daba la sensación de que yo había sido un intruso en el mundo de la arquitectura, un intruso en el mundo de la edición, ahora en el de la intermediación inmobiliaria, y me preguntaba si no me sentía ahora también un intruso en el mundo de la literatura. Y la verdad es que es tengo que decir que sí, que de repente tengo la sensación de ser un intruso en todas partes. Nunca me he considerado arquitecto ni editor a pesar de haber ejercido esas profesiones, y tampoco ahora agente inmobiliario ni escritor, la verdad. Lo cierto es que nunca me he considerado. Es una especie de rebeldía, de resistencia a la clasificación. Vuelvo un poco a la pregunta anterior. No quiero dejar de sentarme a escribir después de haber hecho una visita de captación o con un comprador, creo que me da una perspectiva diferente, y sobre todo me ofrece mucha libertad, al no estar especializado en nada, que al final es lo que más me interesa.
(JL)_ En varios momentos apareces incómodo en tu piel de agente, particularmente en relación a la ideología del logro tan presente en este sector a través de la formación o el coaching, por ejemplo. ¿Es cosa tuya o piensas que el sector inmobiliario está obsesionado con el éxito?
(JA)_ Debe ser cosa mía. La ideología del logro, como dices, no me gusta nada, pero es la que vende. En realidad, mi historia es la de un estrepitoso fracaso interpretado con optimismo, sin lamentaciones de ningún tipo: un arquitecto que no puede ganarse la vida con su trabajo tiene que reconvertirse en agente inmobiliario, algo mucho menos glamouroso. Por otro lado, la obsesión por el éxito no está presente únicamente en el sector inmobiliario, es algo generalizado.
(JL)_ El sector inmobiliario ha sido utilizado en alguna ocasión para criticar abiertamente el capitalismo y la cultura del éxito. Estoy pensando en la película Glengarry Glen Ross (Wilson Mamet) ━traducida en España como “Éxito a cualquier precio” (¡!)━, donde el agente ganador en ventas se lleva un coche, el segundo un set de cuchillos de carne y los demás… son despedidos. ¿Crees que parodia la realidad de hoy en muchas agencias?
(JA)_ Casi me gusta más como referencia La Hoguera de las vanidades, la novela de Tom Wolfe. Vivimos acuciados por la obligación de tener éxito, de ser felices... y el agente inmobiliario es un caso más. Echo mucho de menos, en general, la discreción, esa virtud tan quijotesca que está hoy en día desaparecida. Me interesa mucho más. La fanfarronería del exitoso no me interesa nada; el perfil bajo del discreto me seduce irremediablemente.
(JL)_ Este sentimiento ambivalente de aceptación y disconformidad aparece también en tu relación con Iván, tu bróker, con quien parece haber una relación simultánea de admiración y extrañeza o como si Jacobo representara el negativo de Iván…
(JA)_ Es una persona muy diferente a mí, pero con la que he construido una relación muy sincera, basada en unos valores y una manera de ver el mundo común. Compartimos lo importante: honradez, perseverancia, transparencia... Para mí es una satisfacción relacionarme con personas muy distintas, de ideologías, perfiles o clases diversas. Me interesa el aprendizaje de saber estar en todo tipo de lugares y situaciones, y con todo tipo de gente. A eso mi padre lo llamaba elegancia. Procuro tender hacia ella, en el sentido de saber elegir con quién compartes tu vida, en este caso.
(JL)_ También está el hecho de pasar de ser arquitecto y editor ━ambas, profesiones elitistas━ a pertenecer a un sector que no requiere graduado escolar, pero que exige “mucha calle”. ¿Cómo viviste ese cambio?
(JA)_ Me costó mucho adaptarme. Lo más importante es tratar de olvidarte de lo que puedan pensar los demás.
(JL)_ Fernando García-Erviti y tú en Madrid o Jorge Campreciós y Maribel Martínez en Barcelona son algunos ejemplos de arquitectos/as que han dejado huella en este sector por sus aportaciones, influencia o sus resultados en ventas. ¿Crees que el inmo necesita más profesionales de la arquitectura?
(JA)_ Yo creo que el hecho de ser arquitecto no supone en principio una ventaja o un inconveniente para poder desarrollar una carrera en el sector inmobiliario. Hay agentes muy buenos con poca o ninguna formación, y agentes muy malos con mucha. Por otro lado, una formación como la nuestra siempre es una base magnífica, que acaba sirviendo para todo. Digamos que tienes una caja de herramientas muy bien surtida, y si la sabes aprovechar, pueden darte un gran rendimiento, pero sobre todo en lo que respecta a la perseverancia, la constancia, la confianza en el esfuerzo y el trabajo, más que a los aspectos técnicos de la arquitectura, que pueden ser útiles, aunque sólo ocasionalmente, y nunca decisivos. En cualquier caso, siempre será bueno que personas bien formadas se incorporen al sector, pues lo mejorará.
(JL)_ En base a lo aprendido en estos años, ¿qué le dirías hoy, desde tu yo agente, a tu yo arquitecto?
(JA)_ Nunca puedes dejar de estar vendiéndote a ti mismo.
(JL)_ En un par de momentos del libro dejas entrever cierta desorientación. Sabiéndolo o no, te unes a George F. Babbitt y Frank Bascombe, agentes inmobiliarios y antihéroes de novela ━ (Babbitt, Sinclair Lewis), (Independence Day, Richard Ford) ━ expertos en guiar el dónde y cuándo de las vidas de sus clientes, pero incapaces de dar sentido a las suyas. ¿Te sientes identificado?
(JA)_ Ayudar a mis clientes a tomar decisiones tan importantes me permitió aprender a tomarlas yo mismo. Me fui dando cuenta de que, igual que ellos tenían que pasar página para vender, yo tenía que olvidarme de mi pasado para salir adelante. "Hacer las paces con lo irreversible", consigna que tiene mi bróker rotulada en una pared de la oficina, me servía a mí también. Pero la desorientación es inevitable, e incluso necesaria. La duda es imprescindible para seguir avanzando.
(JL)_ La música de Jaume Sisa y los Rolling, la conducción por la M-30, un local en venta ━siempre correosos━ y una hamburguesería de barrio cierran las dos últimas páginas del libro. A mis ojos dibujan una escena agridulce de mucha intensidad urbana. ¿Pueden leerse como signos que encapsulan el tono de la novela?
(JA)_ Es posible. Esa interpretación corresponde ya al lector. Yo quería transmitir que la vida sigue rodando, con sus alegrías y sus tristezas, sus buenos y sus malos momentos, y que nada la detendrá, así que mejor disfrutar de ella todo lo que se pueda.
(JL)_ Existe una agencia cofundada por un periodista, una editora y un arquitecto, donde el 50% de sus agentes son arquitectos/as, donde se escribe mucho y bien, y que está especializada en “viviendas bonitas”. No sé si la conoces, se llama Monapart ;) ¿Qué debemos hacer para que trabajes con nosotros?
(JA)_ Imagínate, me encanta el trabajo que hacéis, y me iría al pelo, pero me encuentro más cómodo vendiendo de todo. Quizás sea el miedo a especializarme lo que impide dar ese paso. :)